3/5 Alberto B. 1 year ago on Google
Esta
crítica
es
el
reflejo
de
algunas
deficiencias
objetivas
que
tiene
el
hotel-balneario,
y
que
hacen
que
el
grado
de
satisfacción
de
los
usuarios
no
sea
todo
lo
bueno
que
podría
ser.
Aunque
no
dependa
del
propio
establecimiento,
sino
del
Ayto.,
es
incomprensible
que
por
el
lugar,
que
está
algo
retirado
del
casco
urbano
–unos
500
m.
hasta
el
límite,
por
una
carretera
aislada
y
con
una
pronunciada
cuesta
que
dificulta
notablemente
el
camino
a
personas
con
limitaciones
físicas–
no
pase
una
sola
linea
de
autobús
que
acerque
al
centro,
que
está
a
unos
2
kms.
aprox.
Si
no
se
pude
caminar
demasiado
y
no
se
dispone
de
vehículo
propio,
toca
enclaustramiento;
o
tirar
de
cartera
y
taxi
al
canto.
Es
un
incordio
que
el
bar
del
hotel
solo
abra
de
12:30
a
13:30,
de
14:30
a
15:30,
y
de
19:30
a
23:30,
de
modo
que
si
apetece
tomar
algo
a
otras
horas,
un
café
y
un
bollo
para
merendar,
o
un
refresco
a
media
tarde,
la
única
opción
es
coger
el
camino
hasta
el
pueblo;
algo
que
en
días
con
la
climatología
como
los
recién
pasados,
conllevaba
aventurarse
a
sufrir
en
carne
propia
el
azaroso
temporal
de
lluvia
y
viento
que
azotaba
la
zona
causando
estragos.
Y
si
son
días
de
calor,
pues
tampoco
debe
ser
nada
agradable
el
paseo
bajo
el
inclemente
sol.
Puesto
que
el
servicio
de
bar
es
tan
notoriamente
restringido,
tal
vez
deberían
plantearse
instalar
unas
máquinas
de
vending;
darían
un
mayor
y
mejor
servicio
a
los
huéspedes,
al
tiempo
que
aumentarían
notablemente
los
ingresos
por
el
consumo.
El
establecimiento
tiene
una
acuciante
y
más
que
evidente
necesidad
de
mantenimiento:
pintura,
reparaciones,
limpieza,
jardinería,
etc.;
tanto
el
recinto
exterior,
como
el
edificio
y
las
instalaciones
interiores.
P.
ej.,
es
inaudito
estar
recibiendo
tratamiento,
que
llueva,
y
que
la
lluvia
te
caiga
encima
porque
la
claraboya
que
corona
el
techo
de
la
sala
y
debería
cerrarlo,
brilla
por
su
ausencia.
Que
el
temporal
arranque
las
abundantes
ramas
secas
de
las
palmeras
y
estas
caigan
sobre
los
coches
aparcados.
Que
solicites
usar
la
cinta
de
andar
del
gimnasio,
porque
la
climatología
impide
hacerlo
en
el
exterior,
y
la
respuesta
sea
que
está
averiada.
Que
en
algunas
paredes
la
pintura
haya
desaparecido
y
estén
negras
por
la
humedad.
Que
la
suciedad
se
acumule
en
algunos
puntos
del
recinto
exterior...
Con
todo,
lo
absolutamente
incomprensible
e
intolerable,
es
que
el
único
ascensor
que
permite
el
acceso
desde
el
hotel
al
balneario
lleve
averiado
bastantes
días
–lo
cual,
por
lo
visto
en
otro
comentario,
no
es
excepcional–
y
que
no
se
pueda
acceder
a
éste
más
que
a
traves
de
una
escalera
considerablemente
alta
y
empinada,
de
15
escalones,
más
otros
12
en
un
segundo
tramo,
con
el
hándicap
que
ello
conlleva
para
las
personas
mayores
y
con
problemas
físicos;
algo,
por
cierto,
bastante
normal
en
los
usuarios
del
balneario.
Realmente
resulta
bastante
penoso
verlas
bajar
y
subir
dificultosamente
las
escaleras
cada
día.
Y
de
justicia
es
reseñar
también
las
cosas
positivas,
como
el
capital
humano
que
atesora,
con
un
personal,
tanto
del
balneario
como
del
hotel,
sumamente
amable
y
atento.
Una
cocina
casera
y
de
gran
calidad,
con
menús
más
que
aceptables
en
variedad
y
cantidad.
Una
habitación
que
está
bastante
bien,
aunque
se
echa
en
falta
un
armario
con
puertas.
El
cuarto
de
baño
no
está
mal,
pero
no
estaría
de
más
una
simple
cortina
que
evite
las
salpicaduras
de
la
ducha,
e
ir
renovando
los
accesorios
en
los
que
el
óxido
va
ganando
terreno
al
cromado.
Es
una
pena
que
un
lugar,
que
tiene
potencial
para
ser
estupendo,
sufra
algunas
tachas
que
lo
devalúan
notablemente.
Esperemos
que
tras
el
cierre
hasta
la
próxima
templrada
y
el
definitivo
cambio
de
propiedad,
cuando
reabra
se
hayan
subsanado
las
deficiencias
y
que
el
Balneario
de
Chiclana
recupere
el
esplendor
que
sin
duda
tuvo
antaño
y
que
merece.
Ojalá
que
así
sea.
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