5/5 Víctor Manuel Gomez C. 1 year ago on Google
La
portentosa
y
desconocida
joya
artística
de
Madrid.
No
tiene
parangón
en
la
Villa
y
está
muy
bien
restaurada
y
conservada.
Su
acceso
se
encuentra
al
final
de
una
corta
doble
escalera
de
piedra
en
la
Plaza
de
la
Paja.
La
fachada
de
sillares
de
piedra
no
muestra
ningún
elemento
decorativo
ni
característica
llamativa,
pero
la
galería
superior
de
severo
estilo
renacentista
es
única
en
Madrid.
Se
salvó
de
la
destrucción
de
que
fue
objeto
la
adyacente
iglesia
de
San
Andrés
precisamente
porque
la
banda
de
descerebrados
rabiosos
que
perpetraron
tal
irreparable
destrozo
del
patrimonio
de
todos
los
madrileños
no
se
percataron
de
su
existencia.
Traspasada
la
puerta
exterior
y
al
final
de
un
pequeño
corredor
con
vistas
a
un
anodino
patio,
se
llega
a
la
extraordinaria
puerta
de
madera
de
nogal
labrada
con
medallones
de
los
santos
Juanes,
dos
escenas
bélicas
del
Antiguo
Testamento
y
ornamentación
de
candelieri,
que
es
sólo
la
primera
maravilla
del
conjunto.
Al
otro
lado
se
abre
la
capilla
tardogótica
de
ábside
poligonal
con
el
grandioso
retablo
manierista
al
frente,
los
dos
pequeños
cenotafios
en
arcosolios
a
ambos
lados,
y,
en
otro
arcosolio
en
el
muro
de
la
Epístola
(a
la
derecha
del
visitante),
el
magnífico
sepulcro
(vacío)
de
alabastro
del
Obispo
de
Plasencia
Gutierre
Vargas
y
Carvajal,
el
patrocinador
de
la
capilla,
que
falleció
en
1559,
dos
años
antes
de
que
Madrid
se
convirtiera
en
capital
de
los
Austrias
y
su
imperio.
Tanto
el
enorme
y
abigarrado
retablo
manierista,
como
los
tres
arcosolios,
son
obra
de
Francisco
Giralte,
un
discípulo
de
Alonso
Berruguete.
Se
puede
visitar
libremente
todos
los
días,
con
prudencia
y
en
silencio,
durante
los
servicios
religiosos
cantados
de
las
Hermanitas
del
Cordero
que
están
a
cargo
de
su
cuidado
y
custodia.
También
se
organizan
visitas
guiadas
para
las
que
hay
que
hacer
reservas
en
el
Museo
de
la
Catedral
de
la
Almudena.
En
tamaño
y
cantidad
de
obras
de
arte
esta
capilla
no
puede
compararse
con
los
conventos
de
las
Descalzas
Reales
y
la
Encarnación,
y
mucho
menos
con
el
Museo
del
Prado,
pero
su
calidad
artística
la
sitúa
al
mismo
nivel
que
cualquiera
de
estas
instituciones.
En
el
exterior,
el
edificio
adyacente
situado
a
su
izquierda
formando
un
ángulo
presenta
una
fachada
similar,
que
fue
realizada
en
el
siglo
XX,
a
imitación
de
la
de
la
Capilla.
En
ese
solar
colindante
se
levantaba
el
palacio
de
la
familia
Vargas,
desaparecido
hace
mucho
tiempo.
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