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Entre
los
templos
que
se
levantaron
en
los
comienzos
de
la
fundación
de
la
ciudad
de
Caracas,
está
el
llamado
San
Mauricio,
el
cual
no
era
propiamente
un
templo,
sino
una
ermita
de
una
sola
nave,
la
cual
se
edificó
en
advocación
de
San
Sebastián,
y
fue
edificado
por
el
propio
Diego
de
Losada
cuando
pobló
la
ciudad.
Cumplía
así
un
voto
que
el
conquistador
había
hecho
a
San
Mauricio
estando
en
Villa
Rica.
Para
el
año
de
1574
Caracas
sufrió
la
invasión
de
la
plaga
de
langostas.
Como
abogado
contra
la
voracidad
de
esta
plaga,
fue
invocado
San
Mauricio,
y
de
inmediato
se
dio
comienzo
a
la
edificación
de
la
iglesia
en
la
cual
se
recibían
las
rogativas
del
pueblo
contra
la
terrible
plaga.
Parece
que
la
iglesia
de
San
Mauricio
duró
poco.
La
llama
de
un
cirio
prendió
el
paño
del
altar
y
el
fuego
se
comunicó
a
todo
el
templo.
Esto
ocurrió
en
el
año
de
1579,
a
los
escasos
5
años
de
su
construcción.
Del
templo
solo
quedaron
las
ruinas
y
la
imagen
de
San
Mauricio,
que
fue
salvada
por
los
fieles
y
luego
transportada
a
la
iglesia
de
San
Sebastián,
mientras
la
suya
era
reparada.
El
historiador
de
la
Colonia,
Don
Joseph
de
Oviedo
y
Baños,
dice
que
esta
fue
la
causa
de
que
se
perdiera
la
advocación
legítima
de
San
Sebastián,
llamándola
el
pueblo,
desde
aquella
época,
“San
Mauricio”.
Para
el
año
de
1667,
en
sesión
celebrada
el
14
de
Marzo,
el
Cabildo
concedió
a
los
Hermano
de
la
Cofradía
de
San
Juan
Bautista,
compuesta
por
negros
esclavos,
su
cuidado
y
dirección.
Pero
la
ciudad
había
conservado
el
patronato,
poniendo
como
condición
a
los
miembros
cofrades
“que
mantuvieran
la
advocación
a
San
Mauricio
y
San
Sebastián
y
quedasen
los
dos
gloriosos
mártires
colocados
en
el
altar
mayor
como
tutelares
y
dueños
de
la
iglesia”.
En
los
años
transcurridos
de
1576
a
1662,
el
pueblo
devoto
había
recurrido
a
San
Mauricio
para
que
los
libere
de
la
langosta.
Desde
aquel
año
pierde
la
devoción,
y
el
templo,
arruinado
más
tarde
por
el
terremoto
de
1812,
fue
reedificado,
desapareciendo
totalmente
San
Mauricio
en
1883,
fecha
en
que
fue
construida
en
aquella
esquina
y
sobre
el
área
del
terreno
del
viejo
templo,
la
Santa
Capilla.
Los
cronistas
refieren
que
en
los
días
coloniales
era
costumbre
visitar
a
San
Mauricio
en
Semana
Santa.
El
culto
se
celebraba
entre
las
ruinas
del
templo,
las
cuales
duraron
unos
70
años,
hasta
que
el
General
Guzmán
Blanco
las
mandó
a
demoler,
para
levantar
en
su
sitio
un
templo
moderno,
algo
parecido
a
la
Santa
Capilla
de
París.
El
cronista
Don
Santiago
Key
Ayala
dice
de
ella:
“desde
su
construcción
fue
la
Santa
Capilla
favorecida
por
las
mujeres
más
encopetadas
de
la
ciudad.
Situada
en
el
centro
de
Caracas,
recatada,
diminuta,
atraía
las
visitas
de
paso…”
Al
frente
de
la
Santa
Capilla
estuvo
en
algún
tiempo
la
Dirección
General
de
Telégrafos,
y
a
su
lado,
estuvo
la
casa
solariega
del
General
Juan
Bautista
Arismendi.
Allí
murió
su
esposa,
la
magnífica
heroína
Luisa
Cáceres.
Carmen.
c.
Travieso.
(Las
Esquinas
de
Caracas).
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