5/5 Veronica L. 5 years ago on Google
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by
Google)
Author's
Kitchen
...
Looking
for
restaurants
in
Colonia
del
Sacramento,
we
found
this
corner.
There
we
had
been
on
Saturday
at
noon
and,
very
deferentially,
the
car
attendant
told
us:
"Don
Carlos
has
already
closed".
It
was
two
in
the
afternoon.
"But
if
you
want
to
come
reserve,
the
place
is
very
small."
On
Sunday
morning
we
booked.
There
we
went.
We
enter
an
old
house,
decorated
very
curiously.
With
many
old
elements.
But,
where
you
could
see
two
Christmas
balls
hanging
from
a
bronze
chandelier.
A
lady
came
out,
she
asked
us
names
and
she
gave
us
a
choice
of
table.
Four
tables
and
twelve
places.
Curious...
A
concise
letter,
but
exquisite.
While
we
were
attending,
we
talked
with
Ana,
the
owner,
Mrs.
Carlos,
the
owner
and
chef
of
the
place,
who
had
answered
my
phone.
We
talked
about
anecdotes
and
their
lives
between
the
neighboring
shore,
Buenos
Aires,
Barrio
de
Barracas
and
Colonia
Uruguay,
while
we
relished
the
different
flavors
of
a
steak
eye,
a
black
salmon
ravioli,
watercress
ravioli
...
all
with
the
exquisiteness
of
the
simple
and
the
delicate
and
simple
presentation.
Desserts,
no
less
delicious,
tiramisu
and
something
similar
to
an
apple
tatin
and
inverted
pear.
Another
delight
Actually,
we
felt
at
home,
but
eating
in
a
restaurant,
which
ppr
the
quality,
presentation
and
flavor
of
their
dishes,
would
deserve
three
Michelin
stars.
Conversing
with
their
owners,
having
a
coffee
and,
in
my
particular
case,
talking
about
cooking
recipes.
Beautiful
place,
located
in
the
old
town,
in
an
old
house
with
entrance
by
two
streets.
Magical
and
recommendable
place.
But
you
have
to
reserve.
(Original)
Cocina
de
Autor...
Buscando
restaurantes
en
Colonia
del
Sacramento,
encontramos
este
rincón.
Allí
habiamos
estado
el
sábado
al
mediodía
y,
muy
deferentemente,
el
cuida
coches
nos
dijo:
"Don
Carlos
ya
cerró".
Eran
las
dos
de
la
tarde.
"Pero
si
quieren
venir
reserven,
el
lugar
es
muy
chico".
En
la
mañana
del
domingo
reservamos.
Allí
fuimos.
Entramos
a
una
casa
antigua,
decorada
muy
curiosamente.
Con
muchos
elementos
viejos.
Pero,
en
donde
se
podían
ver
dos
bolitas
de
Navidad
colgando
de
una
araña
de
bronce.
Salió
una
señora,
nos
preguntólos
nombres
y
nos
dio
a
elegir
la
mesa.
Cuatro
mesas
y
doce
lugares.
Curioso...
Una
carta
escueta,
pero
exquisita.
Mientras
nos
iban
atendiendo,
conversábamos
con
Ana,
la
dueña,
señora
de
Carlos,
el
dueño
y
cocinero
del
lugar,
el
que
me
había
atendido
el
teléfono.
Hablamos
de
anécdotas
y
de
sus
vidas
entre
la
vecina
orilla,
Buenos
Aires,
Barrio
de
Barracas
y
Colonia
Uruguay,
mientras
nos
deleitábamos
con
los
diferentes
sabores
de
un
ojo
de
bife,
un
raviolón
negro
de
salmón,
ravioles
de
berro...
todo
con
la
exquisitez
de
lo
sencillo
y
la
presentación
delicada
y
simple.
Los
postres,
no
menos
deliciosos,
tiramisú
y
algo
parecido
a
una
tatin
de
manzana
y
pera
invertida.
Otra
delicia.
Realmente,
nos
sentimos
como
en
nuestra
casa,
pero
comiendo
en
un
restaurante,
que
ppr
la
calidad,
presentación
y
sabor
de
sus
platos,
merecería
tres
estrellas
Michelin.
Conversando
co
sus
dueños,
tomando
un
café
y,
en
lo
que
me
es
particular,
hablando
de
recetas
de
cocina.
Hermoso
lugar,
enclavado
en
el
casco
histórico,
en
una
casona
viejacon
entrada
por
dos
calles.
Lugar
mágico
y
recomendable.
Pero
hay
que
reservar.