1/5 Esmeralda M. 1 year ago on Google
MI
PARTO
LA
PEOR
EXPERIENCIA:
La
tortura
a
la
que
fui
sometida.
Me
dieron
cálculos
y
tenía
contracciones
también,
había
pasado
mi
plan
de
parto
a
la
clínica
y
me
habían
aceptado
parcialmente
mis
peticiones,
aunque
me
molestó
que
no
aceptarán
cosas
que
ya
se
incluyen
en
la
ley
de
parto
humanizado.
Llegué
a
la
semana
40
con
un
bebé
grande,
de
3800
gramos,
tuve
contracciones
durante
dos
días,
al
tercero
se
hicieron
fuertes
y
me
acerqué
a
la
clínica,
allí
me
revisaron
y
estaba
en
cuatro
de
dilatación
a
la
una
de
la
mañana,
me
dijeron
que
me
iban
a
aplicar
oxitocina
y
les
dije
que
no
porque
lo
había
pedido
en
mi
plan
de
parto
y
porque
sabía
que
me
incrementaría
el
dolor,
por
lo
que
solo
me
hicieron
un
monitoreo
y
me
dejaron
sola.
Llegó
el
cambio
de
turno
y
me
hicieron
un
tacto
y
supuestamente
no
había
dilatado
nada,
lo
cual
dudo
porque
sentía
las
contracciones
fuertes
y
más
seguidas.
En
el
cambio
de
turno
llegó
una
ginecóloga
y
me
dijo
que
ellos
tenían
unos
protocolos
que
tenía
que
parir
en
cierto
tiempo
que
no
me
podían
esperar
más
y
que
debían
aplicarme
oxitocina,
a
lo
que
me
volví
a
negar,
le
dije
que
si
me
aplicaban
algún
medicamento
para
manejar
el
dolor
y
me
dijo
que
no,
que
en
esa
clínica
solo
aplicaban
medicamentos
para
el
dolor
a
las
que
estuvieran
en
siete
de
dilatación.
En
ese
momento
empezó
lo
más
difícil,
todas
las
mujeres
gritaban
por
medicación
para
controlar
el
dolor
y
a
todas
se
lo
negaron,
algunas
lloraban,
otras
vomitaban,
suplicaban,
pero
todo
era
en
vano,
lo
único
que
nos
decían
es
que
respiraramos
bien
para
controlar
el
dolor.
A
mí
me
habían
dejado
totalmente
sola
desde
que
le
dije
no
a
la
oxitocina,
en
un
momento
el
dolor
se
puso
incontrolable,
si
me
preguntan
en
una
escala
de
uno
a
diez
yo
responderé
que
mil,
era
tanto
el
dolor
que
hacía
presión
en
mis
muelas
y
las
calzas
se
partieron.
Ya
en
ese
momento
me
sentía
débil
y
no
me
podía
ni
mover
porque
tienen
otra
práctica
de
canalizar
solo
por
protocolo.
Durante
las
primeras
horas
de
la
mañana
escuché
que
le
aplicaban
medicamentos
para
el
dolor
a
las
embarazadas
que
se
dejaron
poner
oxitocina,
pero
a
mí
no,
yo
estaba
castigada.
En
algún
momento
de
la
mañana
no
resistí
más
y
perdí
el
conocimiento,
no
sé
cuántas
horas
estuve
inconsciente,
me
despertaba
levemente
con
algunas
contracciones
y
me
volvía
a
desmayar,
estando
totalmente
sola
y
sin
supervisión.
A
eso
de
la
una
de
la
tarde
tuve
una
contracción
muy
fuerte
que
me
hizo
despertar,
en
ese
momento
estaban
haciendo
cambion
de
turno
y
la
nueva
médica
me
mandó
a
hacer
un
monitoreo
y
vio
que
las
contracciones
estaban
una
tras
otra,
me
hizo
un
tacto
y
me
dijo
que
estaba
entre
nueve
y
diez,
inmediatamente
me
transladaron
a
la
sala
de
partos,
en
ese
momento
apareció
una
enfermera
y
me
aplicó
trmadol
en
el
brazo
que
para
que
aguantara,
pero
eso
era
una
burla,
yo
no
podía
ni
hablar,
y
no
podía
sostener
ni
la
cabeza,
por
lo
que
mi
esposo
apareció
y
le
dijo
que
me
pusieran
la
epidural,
la
cual
seguían
negando
que
porque
no
iba
a
poder
pujar,
igual
no
iba
a
poder
pujar
porque
ya
el
dolor
me
había
consumido,
muy
molestos
accedieron.
La
tortura
no
paraba,
cuando
llegué
habían
dos
médicos,
uno
me
empezó
a
aplicar
la
epidural,
sin
embargo
no
me
había
dado
cuenta
que
este
hombre
era
un
practicante,
por
lo
que
intentó
tres
veces
ponerme
la
epidural,
con
todo
lo
que
eso
significa,
buscar
un
espacio
nuevo
entre
vertebras
un
nuevo
dolor,
la
cuarta
vez
el
médico
que
lo
estaba
supervisando
me
puso
la
epidural,
ya
que
el
practicante
no
lo
había
logrado.
Llegaron
otros
médicos
a
guiar
el
parto,
no
sin
antes
todos
mostrar
sus
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